Mi pareja y yo teníamos muchos motivos para festejar este fin de semana, y nos fuimos junto con varias de nuestras amistades del grupo Hombres por la Diversidad (HxD) a celebrar en la Fiesta de los Tuix, cuya reapertura en un local más céntrico y con mejores condiciones es una formidable noticia para los gays, lesbianas, bisexuales, transexuales y heterosexuales sin complejos de La Habana.

La nueva sede de la Fiesta de los Tuix, con proyección de videos musicales, efecto de luces y mucho espacio para bailar y compartir.
Siento particular cariño por este proyecto de discoteca contra la homofobia, cuyo nacimiento hice público aquí hace casi un año y que todavía hoy es una de las crónicas más leídas de esta bitácora. Aunque en este tiempo solo fuimos dos o tres veces a donde los Tuix —por mi culpa, claro—, cuando lo hicimos, la pasamos fenomenal.

Muy céntrica y de fácil acceso, en el tercer piso de la Sociedad Cultural Rosalía de Castro (ubicación destacada en color rojo, con la entrada por Egido)
En esta ocasión coincidían, además, el próximo cumpleaños de mi pareja —este jueves 27 de octubre—; un nuevo curso de Diversidad sexual y Derechos Humanos en el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) —donde él participa y a cuyos integrantes también embullamos—; y la invitación gratuita hecha por los organizadores de la fiesta para este fin de semana, con el propósito de promocionar su nuevo espacio.
Para repasar la historia de esta iniciativa, debo contarles que luego de funcionar con buena aceptación durante varios meses en El Sótano —un modesto restaurante estatal de La Habana Vieja que no pudo resolver los problemas de climatización en el caluroso local—, su creador, Navid Fernández Cabrera, empezó a buscar un sitio más confortable para la temporada de verano, que le permitiera conservar intacta la idea original: una discoteca para las personas LGBT de menores ingresos.
En julio, este incansable animador cultural hizo su segundo intento y coordinó el traslado de la fiesta hacia el restaurante Saturno, en el Vedado capitalino; pero la administración de aquel lugar —según me contaron fuentes cercanas al proyecto—reaccionó homofóbicamente en cuanto vio llegar a los primeros invitados, al extremo de devolver el dinero de la taquilla al público presente y cancelar el acuerdo en ese mismo instante, por un supuesto temor a reacciones de protesta entre los vecinos.

Viernes y sábado, desde las 10 de la noche en adelante. Más información, llamar a los teléfonos 2026778, al móvil 53538501 o escribir a tuixpadre@inbox.im
Pero como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga. La Fiesta de los Tuix tiene ahora su guarida en un amplio salón del tercer y último piso de la Sociedad Cultural Rosalía de Castro, a solo dos cuadras del céntrico Capitolio Nacional, en Egido y Dragones. La entrada cuesta un peso convertible (equivalente a 25 pesos cubanos) y abrirá viernes y sábados, desde las diez de la noche hasta la madrugada.

La sede es un complejo recreativo con múltiples y atractivos espacios. En la foto, de izquierda a derecha: Alejandro, Paquito, Miguel Ángel y Rey, del grupo Hombres por la Diversidad.
Con el atractivo adicional de que esa conocida asociación gallega en Cuba enriquece a sus visitantes nada más que de pisar su sede —una vetusta y monumental edificación típica de nuestra ciudad antigua, con anchas escalinatas y pasillos alrededor de un patio central—, la cual incluye todo un complejo recreativo, con bar, restaurante, entre otras instalaciones.
De hecho, en el segundo piso hay una primera discoteca, cuyo público habitual parece ser la población más ostensiblemente heterosexual de los alrededores, lo cual es un buen síntoma de que todos y todas podemos coexistir en paz y armonía. Los porteros, amables y respetuosos, por alguna razón enseguida identificaban a quienes íbamos hacia la Fiesta de los Tuix: “La de ustedes es en el tercero”, nos decían muy solícitos.

El ron Planchao que muchos compran fuera de la instalación es una manera de evadir los altos precios en pesos convertibles de las bebidas en la Sociedad Rosalía de Castro, un problema por resolver.
Para que esta opción cumpla mejor con su propósito de ser una alternativa más económica frente a otros espacios LGBT ya existentes en la ciudad, ahora solo queda por resolver que los organizadores logren negociar con los directivos de la Sociedad Cultural —tal y como anunció Navid este sábado— la posibilidad de que haya ofertas de bebidas en pesos cubanos o, al menos, en ambas monedas, y que abaraten un tanto sus precios.
Por lo demás, hay muy buena música, una pantalla gigante, efectos de luces, adecuada ventilación y hasta un tabloncillo o escenario de madera que permite a los más osados y osadas realizar en público sus más arriesgadas fantasías escenográficas, con aplausos incluidos, al ritmo de Lady Gaga o Beyoncé.
Aún en medio del jolgorio, siempre hubo necesidad y disposición para algún activismo, cuando un joven presumiblemente transexual proveniente de la oriental provincia de Granma —a quien al inicio confundí con una muchacha que formaba con su novio una linda pareja heterosexual de mente amplia—pidió orientación al coordinador de HxD, para saber cómo podía recibir asesoría o apoyo del CENESEX, porque en su centro de estudios le prohíben manifestar su identidad de género, muy femenina.
En cuanto al baile, los romances, el despelote y la diversión, no les aburriré con descripciones, porque son bastante ilustrativas algunas de las fotografías de la cámara digital que mi amigo Alejandro me prestó, para poder mostrarles a ustedes cómo es la Fiesta de los Tuix.
También tomé ciertas imágenes que preferí censurar, en solidario socorro de varios “modelos” que sufrieron una dramática transformación bajo los efectos del consumo —muy moderado— de alcohol y tras el avance implacable de la noche. ¿Adivinan quiénes fueron?
